Cuando Andrea Baker me habló de dirigir en Project Suma, me dijo: "Creo en ti, Doris". Estas palabras me recordaron algo que mi padre me había dicho hacía mucho tiempo.
Mi padre era un líder en todas las comunidades en las que participaba. Desde que tengo uso de razón, lo admiraba y soñaba con ser como él algún día. Cuando tenía nueve años, me dijo: "Creo en ti. Sé que un día liderarás algo importante. Cuando llegue ese momento, esfuérzate por cambiar todo lo que causa injusticia en tu vida y en tu ciudad. El liderazgo es la forma de impactar e influir en la gente para que piense diferente y busque una vida mejor."
También subrayó la importancia de crear comunidades solidarias. Fui testigo del fruto de su fe y su liderazgo el día que falleció.
Liderazgo y comunidad
Eran las dos de la madrugada cuando el médico tocó el hombro de mi hermana y le dijo: "Tu padre acaba de fallecer". Había sucumbido a una negligencia médica en nuestra ciudad cuando yo tenía 18 años. Mi hermana y yo corrimos junto a su cama, con la cara aún caliente. Le di un último beso y, en ese momento, vi partir de este mundo a la única persona que creía en mí.
Mi hermana llamó a mi madre y a todos los miembros de nuestra iglesia, que llegaron aquella mañana lluviosa. Mi padre había sido pastor durante muchos años, sin cobrar un sueldo. Éramos una familia numerosa de seis hermanos, y nuestra situación financiera estaba lejos de ser estable. Los médicos nos dijeron que antes de poder enterrar su cuerpo, primero teníamos que pagar las dos facturas del hospital donde había sido tratado. No teníamos dinero. Mi hermana mayor nos dijo que nos secáramos las lágrimas. No era momento de llorar. Era el momento de encontrar dinero.
Cuando salíamos del hospital, llegaron los antiguos compañeros de trabajo de mi padre. Nos dijeron: "Cubriremos los gastos en ambos hospitales, así como todos los gastos del funeral. Queremos apoyarte". No puedo explicar el alivio que sentí en ese momento, pues ya había mucho dolor en mi corazón que procesar. La comunidad que había formado y dirigido nos proporcionó el apoyo y la compañía que necesitábamos en aquel momento.
Hace unos años, cuando volví a la comunidad de fe de mi infancia, recordé el momento que acabo de describir y vi que, en medio de los amigos de mi padre que estaban presentes en el hospital aquella mañana, era como si Jesús estuviera dirigiendo aquel grupo y cumpliendo la promesa que se encuentra en el Salmo 68:5-10:
Padre de los huérfanos, defensor de las viudas,
es Dios en su santa morada....
Tú, oh Dios, diste abundantes lluvias;
refrescaste tu cansada heredad...
y de tu generosidad, Dios, proveíste para los pobres.
Mi padre y Andrea me enseñaron el poder de las palabras "creo en ti", así como la importancia de una comunidad que apoya y acompaña como la que ofrecemos en Project Suma. Te invito a formar parte, o a seguir formando parte, de una comunidad que cree en las mujeres. Juntos, podemos decirle a una mujer: "Creo en ti".
Con mucho amor,
Doris Monasterios