La explotación y el abuso causan un trauma duradero en los sobrevivientes y sus familias. Los hijos de las sobrevivientes se ven sometidos a situaciones extremas de estrés, a menudo requiriendo apoyo intensivo y terapia para recuperarse y prosperar. Tal fue el caso de Ada* y sus hijos, Valentina* y Feliciano*.
Valentina, que luchaba contra graves inseguridades y hábitos alimentarios desordenados después de que su familia saliera de un entorno abusivo, fue inscrita en nuestro Programa Infantil, donde recibió un apoyo que le cambió la vida. Gracias a la terapia, pudo mejorar sus notas en la escuela y relacionarse con sus compañeros. Ahora está en el último curso del colegio, donde mantiene amistades sólidas y solidarias.
En una excursión reciente con el Programa Infantil, Valentina participó en una escalada extenuante que puso a prueba su fortaleza y resistencia. Aunque tenía mucho miedo y estuvo a punto de abandonar la escalada, siguió adelante y llegó a la cima. (¡Vaya metáfora!)
Feliciano era tímido, inseguro y tenía problemas de comunicación verbal y de aprendizaje. Gracias a la terapia y al apoyo que recibió, pudo aumentar su confianza en sí mismo, superar muchos obstáculos y terminar el bachillerato. Estudió Informática en la universidad e incluso empezó a trabajar como voluntario en el Programa para Niños.
Cuando se graduó en Informática, Feliciano sabía que su viaje de aprendizaje no había terminado. Feliciano, que antes tenía problemas con las matemáticas y necesitaba clases particulares, ahora cursa el segundo semestre de contabilidad pública.
Feliciano, al igual que su madre, es un emprendedor. Arregla teléfonos móviles para obtener ingresos extra y sueña con tener su propio taller de reparación de teléfonos móviles algún día.
La familia de Ada ha recorrido un largo camino en el tiempo que llevamos conociéndolos. Nos han inspirado en cada hito que han alcanzado y han logrado el éxito a muchos niveles. Han creado una nueva dinámica familiar que permite a la siguiente generación seguir el camino que ellos han forjado y prosperar.
En casa, Valentina y Feliciano se han comprometido a trabajar en equipo. Comparten a partes iguales las tareas domésticas y de otro tipo, rompiendo estereotipos culturales y ciclos de machismo en la familia. Se esfuerzan por "ser el cambio" en su generación.
También trabajan activamente para acabar con los ciclos de violencia y abogan por el cambio en su comunidad. El año pasado, Valentina participó en una campaña contra la trata de seres humanos, uniéndose a sus compañeras en la lucha contra la explotación.
Doris Monasterios